Por seis mil seiscientos pesos

A la larga, la pobreza material destruye el espíritu social

A sus 13 años de edad, Carlos fue secuestrado en Xalapa, una compañera de la secundaria ‘lo puso’, lo llevó a una parada de autobús en donde sus plagiarios lo ‘levantaron’.

Los secuestradores pidieron 100 mil pesos de rescate. En la mayor de las angustias, sus padres sólo lograron juntar 6,600 pesos, no sobra decir que el muchacho iba a una escuela pública en una colonia popular, es decir, no se trataba de alguien adinerado.

Tres días después, el adolescente apareció muerto en un baldío, la autopsia reveló que fue muerto el mismo día que se lo llevaron, además, fue torturado. Los ejecutores fueron el padrastro y el novio de la compañera.

Los elementos que rodean a esta tragedia nos llevan a una reflexión: ¿cuál es la estrategia antisecuestros que funciona?

En este caso, gente pobre secuestra a gente pobre, una niña manda al matadero a un niño. La jovencita en cuestión, tiene un novio mayor de edad y en complicidad con su padrastro, crean una torpe alianza criminal, la madre, por comisión o por omisión, acepta el entuerto.

La impunidad que genera corrupción y la pobreza que se deriva de ambos fenómenos, han podrido buena parte del tejido social y está a un tris de hacer metástasis. Solucionar esto, sería la verdadera transformación, no vender el avión presidencial. Esperemos se logre.