Precampañas y campañas presidenciales sin contenido y sin rumbo.

Ya comenzaron las cuentas alegres de los coordinadores de campaña y los dirigentes de los partidos políticos nacionales, con todo y sus aliados; desde luego que para salir a los medios de comunicación (a dar sus estimaciones) debió existir un acuerdo previo con sus candidatos y para que se vea el optimismo de cada uno de ellos, cuando a penas están iniciando recorridos por los pueblos y ciudades que a su juicio, consideran importantes, considerando que como les vaya en esas giras, podría irles el día de la jornada electoral. Los promotores de AMLO estiman obtener 17.5 millones de votos el día primero de julio próximo; los promotores de la candidatura de Margarita Zavala, piensan obtener 18 millones de sufragios; los partidarios de Meade Kuribreña, estiman contar 20 millones de sufragios para su candidato; y en el caso de los representantes de la alianza que apoya a Ricardo Anaya, aspiran obtener 23 millones de votos. Si esas predicciones a todas luces halagüeñas y optimistas se cumplieran, la votación en su totalidad para la eleccion del próximo Presidente de México, alcanzaría un total de 78.5 millones de votos, depositados en las urnas, para lograr un récord inédito de votación equivalente al 91.32 por ciento de sufragios de ciudadanos registrados en la lista nominal, que alcanza un total de 85,953,712 empadronados.
Que se recuerde y se registre en nuestro país, en los últimos 20 años, las votaciones más altas fueron logradas por Vicente Fox Quesada con un 64 por ciento de asistencia a las urnas, seguido de Enrique Peña Nieto, quien obtuvo en 2012 una votación del 63.14 por ciento del padrón electoral y en el año 2006, en la elección que ganó “haiga sido como haiga sido” Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, se obtuvo una votación total del 58.55 por ciento del padrón. Ese registro histórico se dio cuando la esperanza de la transición democrática abanderada por Vicente Fox Quesada entusiasmó a los votantes, para acudir a las urnas a demostrar su hartazgo con los gobiernos emanados del PRI. Casi lo mismo que con Fox, sucedió en la elección de Felipe Calderón, pero la guerra contra las drogas desalentó al final del sexenio a familiares y amigos de los más de cien mil muertos y desaparecidos, que enlutaron a igual número de hogares mexicanos. Con el licenciado Enrique Peña Nieto en 2012, se desbordó el entusiasmo de los electores, ahora para erradicar a los pianistas de la transición, quienes no resultaron tan efectivos como lo esperaban la mayoría de los mexicanos.
Y si a las candidaturas de los principales candidatos presidenciales que ganaron las elecciones en el año 2000, en el 2006 y en el 2012, observamos que Fox obtuvo 15,989,636 sufragios; en el año 2006; Felipe Calderón 15,000,284 votos; y Enrique Peña Nieto, logró en 2012, un total de 19,226,784 votos, logrando una ventaja importante sobre el más cercano de sus seguidores, Andrés Manuel López Obrador; y Josefina Vázquez Mota que se fue al tercer lugar con 12,786,647 votos a su favor. Así las cosas, en los cinco meses que faltan para llegar a la jornada electoral y la emisión de los sufragios, no se cree por más optimista que se quiera ser, que se pueda alcanzar el 91.32 por ciento de la votación y que solo cayeran en abstención 7.5 millones de votantes negados a emitir su sufragio por múltiples razones. El panorama que hoy presentan los cuatros principales candidatos presidenciales, con todo y sus equipos de campaña y promoción del voto y aun con el respaldo de sus dirigentes partidarios, no podrán convencer a casi la totalidad de los electores, para que asistan a emitir su sufragio, simple y llanamente porque del otro lado de la apuesta, los encuestadores que se erigen como agoreros del desastre, vaticinan la mayor abstención de sufragantes de las dos ultimas décadas.
En las predicciones los abstencionistas se duelen de la falta de seriedad de todos los candidatos presidenciales, quienes no han presentado una propuesta de plan de gobierno para el sexenio 2018- 2024; además de que hasta el día de hoy, no se conocen las metas que cada uno de los aspirantes pudieran tener de llegar a ganar al elección; porque aquí no se trata de la eleccion del presidente norteamericano Donald Trump, el 9 de noviembre de 2016, pues en aquel entonces, los resultados que declaraban ganador a Trump, no los creían en el war room de Trump, y ni el mismo magnate, que solo estaba compitiendo para el posicionamiento de la marca Trump y con la más grande inexperiencia política, al saber de su triunfo, el hombre de copete rubio expresó a sus íntimos, que no estaba preparado para ganar el cargo, invocando la piedad de sus santos, para lograr ejercer bien su cargo con la ayuda de Dios. Y a un año de distancia, solo una de las determinaciones de cambio en la política interna y externa de los Estados Unidos, ha sido lograda por Donald Trump, nos referimos a la Reforma Fiscal, que aún con raspones pero salió aprobada por el Senado y contó con el voto de republicanos en su mayoría, pero también con el voto de senadores demócratas que velan más por sus propios intereses que por los de su partido.
Andrés Manuel López Obrador sigue planteando ocurrencias que prenden en un sector de la población, pero que sin el sustento adecuado, no dejan de mostrar su impreparacion para gobernar a México; a estas alturas de la carrera política de AMLO, ya debía contar con un plan sexenal de gobierno, debidamente estructurado y presupuestado, para resolver los grandes problemas nacionales, de alimentación, salud, vivienda, empleo y educación, que constituyen las necesidades básicas del pueblo, pero además si en los últimos 20 años en que Andrés Manuel ha recorrido el país, como dirigente del PRD, como aspirante presidencial y ahora también como dirigente de Morena, que no rehuya el principal problema que asfixia a México y pone en riesgo la estabilidad social, consistente en el problema de la inseguridad, la violencia, el tráfico de drogas y de personas y la impunidad tolerada por las fiscalías Federal y de los Estados, por los jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; si deveras AMLO fuera un político profesional (serio y responsable) ya estaría presentando sus planes y proyectos, que junto con su carisma y buen carácter, le harían ganar con enorme ventaja respecto a sus contendientes, la Presidencia de la República, y un liderazgo que con la base social que pudiera reclutar para su causa, lo volverían indispensable en la escena política de México, por el resto de su vida.
Ricardo Anaya merolico candidato de la Alianza Fallida PAN-PRD-MC, solo podrá pasar al ostracismo después de la penosa campaña “sin oferta para los electores” y si no justifica la riqueza que se le atribuye y que tiene aceptada sin justificación alguna, con seguridad, terminando la campaña tendrá que acompañar a los dos personales con los que hoy hace campaña, y que son los ex gobernadores de Veracruz y de Quintana Roo, Duarte y Borges, los dos jóvenes como Anaya y ambiciosos y perversos como el candidato del PAN-PRD-MC. Margarita Zavala de Calderón Hinojosa, tendrá tiempo después de esta elección, de promover su divorcio con el ex presidente Felipe de Jesús, sacudiéndose el lastre que no la deja ser en sus aspiraciones políticas y prepararse para contender en el 2024, con mayor éxito que como le está yendo en esta campaña.
Meade Kuribreña, cuando a penas comenzaba a despuntar, por su impresionante carrera administrativa y preparación universitaria, sus propios compañeros de partido lo vienen descalificando, cada vez con más coraje y hasta auguran que no llegará a la eleccion y que será relevado por el licenciado Aurelio Nuño Mayer, coordinador general de campaña, nombrado desde Los Pinos, en un esquema similar a lo ocurrido con Luis Donaldo Colosio Murrieta.