¿Quién educa a los educadores? Le preguntaría Marx a Esteban Moctezuma

El paternalismo del Gobierno Federal a las organizaciones sindicales de maestros, cuyo sueldo y prestaciones laborales forman parte del presupuesto público, son el principal obstáculo a superar por el nuevo gobierno, al que le ha resultado como una piedra en el zapato, pues la presión política de las secciones sindicales de la CNTE, antes aliados y promotores del voto del Partido MORENA y hoy convertidos en hijos desobedientes, que no respetan ya ni a Yeidckol Polevnsky.

Libertad, laicismo y democracia, son principios fundamentales sobre los que descansa la educación pública; el mandato constitucional del artículo 3º, es claro al garantizar la libertad de creencias en el marco educativo, pues por encima de todo la educación será laica y se mantendrá ajena a cualquier doctrina religiosa.

Agrega el texto de la Carta Magna, que la educación se basa en resultados del progreso científico para luchar en contra de la ignorancia, que ha sido causa de nuestras mayores desgracias, y sus efectos traducidos en servidumbres, fanatismos y prejuicios, utilizados por la clase dominante para mantener sojuzgado al pueblo pobre.

Una educación democrática con estructura jurídica, un régimen político que la garantiza como sistema de vida para lograr la mejoría económica, social y cultural del pueblo, constituye el fin principal de la educación pública. Aunque también agrega la Constitución que debe ser nacionalista, humana, respetuosa de la diversidad cultural y la dignidad de las personas, dentro de la integridad familiar que resulta por convicción de la sociedad, que aspira a los ideales de fraternidad e igualdad, sin privilegios ni discriminación de razas, religión, sexo o individualismos.

Ya basta, dice la opinión pública, de tolerar marchas y plantones, vandalismo y holgazanería, que se escudan en el derecho humano a la protesta pública, a la libertad de reunión y asociación, y a la libertad de opinión y derecho de petición.

Es cierto que el Estado Mexicano mantiene la rectoría de la educación pública, pero nunca sometida a una clase académica dominante, que agrupa a caciques del sindicalismo magisterial, a mercaderes de la educación y a burócratas aviadores que cobran sin trabajar y exigen disponer de plazas y del dinero destinado a la educación, que proviene de la única fuente de captación de recursos que tiene el Estado mediante el cobro de impuestos pagados por todos los mexicanos.