Quien no coloca los cimientos, hace peligrar el edificio: Nicolás Maquiavelo

La improvisación de los nuevos cuadros políticos de Morena, beneficiarios del trabajo que desde hace más de veinte años viene realizando el licenciado López Obrador, primero en Tabasco y luego en la CDMX, dan muestra clara de los méritos que lo llevaron al triunfo en la elección presidencial del año pasado, puesto que supo librar los obstáculos del expresidente Vicente Fox Quesada, quien fue favorecido en el año dos mil para promover el cambio democrático que todos esperaban, pues al fin la gran derrota para el PRI, terminó con el octogenario partido fundado por Plutarco Elías Calles.

A diferencia de las carreras meteóricas, plagadas de fraudes electorales y de pactos inconfesables entre Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto; AMLO no llegó al Palacio Nacional, gracias a su suerte, sino por un gran trabajo de convencimiento a los electores, recorriendo los dos mil quinientos municipios del país, incluyendo pueblos y comunidades, donde los simpatizantes de Andrés Manuel, voluntariamente se enlistaron para formar comités de campaña y defensa del voto para terminar con el hartazgo de la corrupción, el abuso autoritario del poder y la impunidad, para favorecer a los cercanos a los inquilinos de Los Pinos.

Antes de la llegada del Presidente AMLO al Palacio Nacional, se decía que en México para ganar una elección, solo era necesario un voto, el del Presidente, el del Gobernador o el del cacique, señor de horca y cuchillo, sin cuyo permiso no se movía ninguna hoja del árbol de su feudo. Andrés Manuel se encargó de abrir los ojos y convencer a quienes le dieron su voto y le han seguido expresando su confianza, como pudo notarse durante la ceremonia del Grito de Independencia, ha diferencia de otros lugares de provincia, ante gobernadores y alcaldes de Morena, que cometieron errores imperdonables en el protocolo y en las medidas de prevención para resguardar a la población.

La explicación (no justificación) de las pifias que se han criticado, pretende justificar lo que nunca debió ocurrir. Lo que demuestra, que gobernadores y alcaldes de Morena, tienen mucho que aprender del Presidente; y que no es lo mismo llegar al cargo por méritos propios, que por suerte, como sucedió según relato de Maquiavelo, con Francisco Sforza cuando se convirtió en Duque de Milán, y Cesar Borgia, Duque Valentino, quien adquirió el Estado con la fortuna de su padre y después lo perdió junto con la fortuna heredada.