“Reinventar la seducción”

Por: Harmida Rubio Gutiérrez

Al momento de la seducción hay una danza, un guión que está escrito hace cientos de años y que cuesta cambiar. Desde niñas nos han enseñado a ser sutiles, a no decir explícitamente nuestros deseos, mucho menos si son sexuales. A la gran mayoría de nosotras se nos ha inculcado la idea de que tenemos que saber esperar: “tienes que darte a desear”, nos dicen. Hablar con miradas, con sonrisas, decir las cosas sin decirlas, en fin, no ser claras ni directas con ellos en el juego de la seducción.
Historias populares de todos los tiempos difunden estos roles: las clásicas Mil y una noches, la Cenicienta, la Bella durmiente, Rapunzel; y las nuevas: Crepúsculo, 50 sombras de grey, y miles de series y telenovelas de todas nacionalidades.
Así, en este guión del cortejo tradicional, cada quien tiene su papel: a quien corresponde dar el primer paso y hablar claramente sobre su interés sexual o amoroso es a ellos, y a quien corresponde coquetear veladamente es a ellas.
En el fondo hay la idea de que los hombres deben ser los conquistadores del territorio “mujer”. Ganarnos como se gana un trofeo; que el proceso de la conquista cueste trabajo, si no, no ha valido la pena. Un juego perverso, en el que no hay que decir las cosas claras ni iniciarlas abiertamente, porque al hacerlo, se cae la intriga de la conquista y el interés se esfuma.
Pero podemos pensar que en el siglo XXI las cosas han cambiado, y que las mujeres ya no estamos tan dispuestas a esperar a que alguien se interese por nosotras, sino que empezamos a tomar un papel activo en la historia, y a decir claramente lo que queremos. En la vida cotidiana, en el cine, las series o todo tipo de ficciones de hoy en día, hemos escuchado a diversas mujeres que desean ser francas y sin rodeos en la seducción. Tener el mismo derecho que ellos de expresar las ganas de iniciar algo.
Pero ¿qué es lo que pasa cuando una mujer es clara, directa y toma la iniciativa con un hombre, ya sea para salir, tener sexo o una relación con él?
Aparentemente es una situación que muchos hombres desearían que pasara más seguido, pero cuando en realidad sucede, las cosas cambian. A muchos de ellos los descoloca. Hay algunos que tratan de redireccionar el guión retirándose y luego siendo ellos quienes dan el paso importante (invitar a salir, proponer una relación, pedir matrimonio, etc.); hay otros que lo aceptan pero se van antes de que la relación se vuelva duradera; o simplemente pierden el interés. En resumidas cuentas, a muchos no les gusta que les quiten ese rol.
Estas reglas de seducción tan antiguamente arraigadas y tan vigentes todavía, forman parte de la cultura patriarcal que no nos permite establecer relaciones sanas y libres. Relaciones en las que podamos hablar claramente de lo que cada quien desea y aporta a la relación (sexual o amorosa). En las que no haya necesidad de engañar con promesas para conquistar a una mujer, y en las que sea necesario insinuar o callar lo que las mujeres pueden y quieren decir abierta y claramente.
Por supuesto que hay afortunadas excepciones, en las que algunos hombres han desbancado esos mandatos y se han dejado fluir con mujeres que toman la iniciativa; y con ellas se han permitido disfrutar el alivio y la seguridad que da la franqueza mutua y el conocimiento de los deseos de ambos.
No quiero decir aquí que terminemos con la magia y el misterio en la seducción, sino que cambiemos y reinventemos los roles de esta historia, hombres y mujeres. Se trata de inventar diversos guiones, distintos al tradicional, tener varias opciones de seducir y amar; para que podamos descubrir nuevas formas de relacionarnos en igualdad y libertad.