Rius

Quién que en los años setenta haya tenido más de 15 años no leyó Los Supermachos y Los Agachados, las revistas de caricatura política más importantes del México contemporáneo, seguramente comparables con El Hijo del Ahuizote de los hermanos Flores Magón o con El Jicote, que ilustraba José Guadalupe Posada en los principios del siglo XX.
Su autor era Eduardo del Río, que firmaba como Rius, un dibujante y caricaturista nacido en Zamora, Michoacán, pero que terminó de crecer e hizo su carrera profesional en la ciudad de México, y quien entró a la historia este martes 8, víctima de un cáncer de próstata que le ganó la batalla de la vida, a la temprana edad de 63 años.
Juan Calzonzín y su inseparable Chon Prieto, en San Garabato de las Tunas, le hacían la vida imposible a don Perpetuo del Rosal, el caricaturizado cacique que encarnaba una figura sempiterna de la provincia mexicana.
En los mediados de los años 60 del siglo pasado, ser un periodista crítico y de izquierda no era cosa fácil en México. En esa época, la prensa estaba mucho más amordazada que ahora en nuestro país y el Estado ejercía un control suave y sedoso pero implacable sobre los medios impresos, porque mantenía la exclusividad del manejo del papel para impresión a gran escala, a través de una compañía paraestatal, PIPSA, que podía dejar callado a cualquier periódico con el simple hecho de dejar de surtirle rollos de papel, que eran la materia fundamental para sus rotativas.
No obstante, Rius descubrió una forma de ejercer su libertad a través de la sátira política, envuelta en una revista de humor, que se parecía a otras que circulaban profusamente en la época, como Chanoc, La Familia Burrón (del inolvidable Gabriel Vargas) o Memín Pinguín, pero se diferenciaba porque sus personajes exhibían una conciencia social y hacían una crítica feroz al gobierno y a la clase pudiente de la época.
En pleno éxito de Los Supermachos, Rius empezó a tener problemas con la Editorial Meridiano, que publicaba la revista, y decidió hacer una propia, paralela, Los Agachados, con los mismos personajes de Calzonzín y Chon Prieto, pero que discurría en el pueblo de Chayotitlán.
Fue tal la aceptación del público de las revistas de Rius, que Calzonzín alcanzó el privilegio de ser personaje de una película, Calzonzín Inspector, que encarnó Alfonso Arau en 1973, y fue sumamente taquillera en su momento.
Rius aprovechó su fama para también promover libros de caricaturas con temas monográficos que eran sumamente leídos por un público fiel y agradecido con su inteligencia y su honradez intelectual. Tirado hacia la izquierda y hacia las verdades científicas, los libros de Eduardo del Río resultaron un venero inapreciable para educar al gran público lector que había en esa época en México.
|Quedan en la historia ilustrada de nuestra nación obras como Marx para principiantes, La panza es primero, El mito guadalupano, ABChé, Cuba para principiantes, Mao en su tinta, De aborto, sexo y otros pecados.
Me quedo con lo que dijo en las redes don Ramón Pérez, de Ecatepec, Estado de México
“Rius fue un gran maestro, que educó a toda una generación de mexicanos, sin estar en la nómina de la SEP.”
Descanse en paz el maestro.

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