S-19 la Solidaridad y México vuelve a ser el mismo

Todo casi vuelve a la normalidad. Me refiero a que la atención dedicada, por los medios y redes sociales, al sismo del S 19, principalmente, que ocultó por algunos días la cotidianeidad de la realidad de México; todo y toda la información que inundó los noticieros y la atención ciudadana por la gran tragedia y devastación provocada por los sismos en la entidad nacional.
Septiembre, es el mes en donde los mexicanos celebran su patriotismo y que, a partir de ahora, también, el próximo año, serán recordadas las tragedias de los cuatro terremotos que azotaron el territorio mexicano, luego de gritar los vítores a la patria.
El más agresivo, sin duda, fue el del S 19 el que más lastimó a la Ciudad de México, las instituciones de Protección Civil tuvieron que enfrentar con susto, desesperación y muy confundidos poner en marcha las acciones que, apenas unas dos horas antes, habían demostrado en un simulacro, precisamente, de qué hacer ante un terremoto.
Ya no era simulacro era realidad, el sismo cimbraba la capital de México, la gente corría, los edificios colapsaban, la histeria colectiva se apoderaba del ambiente y la confusión acorralaba a las funcionarios de protección civil y de emergencia, las sirenas sonaron y dentro de la tragedia los gobiernos de la CDMX y el ejecutivo federal, sin saber qué hacer ante la urgencia, esperando el primer reporte de daños para actuar.
No fue así para la población civil que de inmediato, sólo con la experiencia que da el instinto de supervivencia el siniestro buscando, ayudando y rescatando víctimas, otros ciudadanos empezaron a limpiar escombros de los edificios colapsados, se organizaron para la administración de víveres y despejaron las calles para los equipos de emergencia.
Mientras los expertos gubernamentales llegaban, miles de mexicanos dedicaron su esfuerzo para ayudar; luego con la Marina, Ejercito, Cruz Roja, Brigadistas con experiencia, grupos de rescate profesionales, Bomberos y los mismos elementos de Protección Civil organizaron el espíritu solidario para tratar de ayudar a más víctimas, probablemente, atrapadas en edificios derrumbados.
Mientras en todo el país el resto de la población dispuso su ayuda y solidaridad al enviar ayuda humanitaria con alimentos, agua, ropa y otros enseres, desde el mismo momento en que se enteraron que los mexicanos en CDMX estaban en desgracia, las escenas de televisión y las redes sociales daban la crónica del desastre y la magnitud del impacto del terremoto.
En menos de 48 horas, la solidaridad mundial se puso en acción y muchas organizaciones internacionales, gobiernos, estrellas del deporte y espectáculos, mexicanos en el extranjeros y mucha gente, del planeta, destinaron recursos económicos para tratar de ayudar a la gente que se presume quedó sin casa, con familiares quizás fallecidos, heridos o atrapados, sin alimentos, ropa ni medicinas.
Todos ellos convocaron cadenas de ayuda y ésta empezó a influir, todo el apoyo opacó a las instituciones gubernamentales y pronto los funcionarios se vieron exhibidos ante la pasividad de respuesta de las instituciones que ellos mismo dirigen, y que se quedaron pasmados ante la gravedad del acontecimiento.
Tímidamente y con escasos recursos políticos, no económicos, el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, desfiló tardíamente por algunos puntos afectados por el cataclismo, y fue abucheado por la lentitud de las acciones y por la ausencia de los demás secretarios, diputados y rodo lo que representa el aparato gubernamental, ni los diputados ni senadores, mucho menos funcionarios de menor nivel del gobierno federal se apersonaron a ayudar, la burocracia le falló al pueblo.
El Secretario de Educación, Aurelio Nuño, desenmascara el melodrama de Televisa y a sus principales actores Denise Maerker, Carlos Loret y Danielle Dithurbide que rompieron con la regla básica del periodismo corroborar la información que se difunde, crearon una psicosis colectiva sobre el rescate de una niña, Frida Sofía, que nunca existió, el culebrón estilo la “Rosa de Guadalupe” no les funcionó y quedaron como el principal noticiero con información falsa.
La vileza de las mentiras de Televisa confrontaron a la Marina que tuvieron que apechugar la historia ficticia de Frida Sofía, bajo una presión de la Maerker que trató de lavar la culpa de la reportera Dithurbide, y tratar de erigirse como la líder informativa de la tragedia, pero, no pudo hacerlo ah qué, por cierto, no es Rebsamén sino Rébsamen, cuestión de acento o ignorancia de la conductora del noticiero estelar de Televisa.
A escasos 5 días de la tragedia el robo de la ayuda, a casas abandonadas, empieza a florecer y muestras los cuerpos de seguridad trabajan en el rescate y ayuda a damnificados los ladrones y gandayas empiezan hacer de las suyas ante la falta de elementos de seguridad que trabajan en la remoción de escombros y recate de las víctimas.
Nadie sabe dónde quedará la ayuda económica que, Bancos, Supermercados, Telefónicas, tiendas de conveniencia y fundaciones, organizaciones no gubernamentales y universidades están recibiendo, dinero en efectivo para las víctimas que hasta ahorita no hay balance ni monto de lo recaudado.
La verdad es que el tratamiento informativo tendió una niebla sobre la cotidianeidad de la realidad mexicana, la inseguridad, la violencia, la corrupción, la política, robos, asaltos y todos los males que aquejan a los mexicanos se vieron, por un momento, velados por la magnitud del sismo, pero, con esa misma magnitud siguen golpeando al pueblo mexicanos que, por lo menos, en el punto más álgido de la tragedia mostró su solidaridad, ahora, muestra su desesperación, la de todos los días vuelve… “vuelve el pobre a su pobreza, el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas… dijera el ilustre Joan Manuel Serrat, en un fragmento de la canción “La Fiesta”. México regresa a ser el mismo.

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