Secuelas del primer debate presidencial

Como en las peleas de box de campeonato, se esperaba que los que se subieron la ring sacaran la casta y que hubiera por lo menos un vencedor indiscutible por knock out técnico; no se dio la pelea por defender ideas, programas de trabajo o propuestas políticas; todo transcurrió entre dimes y diretes, en una política de lavadero que permitió sacar algunos de los trapos sucios que ya se conocían de los aspirantes presidenciales o de sus padrinos, patrocinadores, asesores, defensores y alcahuetes.
Como quiera que sea, cada quien pinto su ralla y el puntero en las encuestas hasta antes del debate fue apabullado por sus competidores, sobre todo por el candidato panista Ricardo Anaya, quien al estilo de pasados debates, llevó tarjetas para ilustrar a los presentes y a los televidentes de las imputaciones vertidas en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, Ricardo Anaya, no se fue limpio; puesto que el escándalo de los 54 millones por la compra venta de la bodega que comercializó el expresidente del PAN en su estado natal Querétaro, No ha quedado suficientemente aclarado y menos aún, el origen del dinero, el paseo por instituciones bancarias y crediticias del extranjero y su retorno a Mexico a los bolsillos del único destinatario que es Ricardo Anaya. Eso se llama lavado de dinero y asociación delictuosa.
Hoy vemos el hartazgo por el abuso autoritario de los poderosos políticos mexicanos; el hartazgo en el pueblo por la rapiña y la acumulación de riqueza en políticos de todos los niveles, que han generado un desencanto tal que difícilmente llegarán a las urnas el primer domingo de julio, los millones de votos de los electores que registra el INE. A la incredulidad de los desposeídos y marginados sociales, se suma la inconformidad de los clasemedieros desplazados, que con horror ven muy cerca la pobreza.
Como quiera que sea, José Antonio Meade, volvió a reafirmar el carisma de un político serio, formado en la educación superior de alto nivel, cuyos conocimientos se han fortalecido durante los últimos veinte años, como servidor público de la Federación y sin duda sus atributos personales van a influir para ganar el voto mayoritario que lo lleve a Los Pinos; porque lo que necesitamos los mexicanos no son ensayos ni charlatanerias.
15 gobernadores priístas, más Aureoles de Michoacán (PRD), y Cabeza de Vaca de Tamaulipas (PAN), se suman para apoyar a Pepe Meade, ahora si la ventaja del priísta es de verdad.