SEPULTUREROS DEL CAMPO MEXICANO: VICENTE FOX Y FELIPE CALDERÓN.

Los registros actuales del INEGI, confirman el abandono de los cultivos agrícolas y el desmantelamiento de las incipientes industrias rurales, por parte de los campesinos, y a su vez el abandono de la clase campesina por el gobierno mexicano. Las exportaciones agrícolas a Estados Unidos y Canadá, corresponden en un 28 % a hortalizas; 25% a frutas; 18% bebidas alcohólicas y vinagres y 5% azúcares.

Los campesinos, además de su valiosa participación en la Revolución Mexicana, comandados en el norte por Francisco Villa y en el sur por Emiliano Zapata, constituyeron uno de los tres sectores del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado por el General Plutarco Elías Calles y liderados en su oportunidad histórica, por el General Lázaro Cárdenas del Río.

El movimiento revolucionario para sacar del gobierno al General Porfirio Díaz y hacer valer el triunfo en la elección presidencial de 1910 de don Francisco I. Madero, se sostuvo principalmente porque la clase campesina se enlistó en los ejércitos revolucionarios antiporfiristas; y cuando concluyó el movimiento armado y triunfó la Revolución Mexicana, los campesinos en gran número, fueron beneficiados con las dotaciones de tierras, que fueron el justo reclamo para acabar con los enormes latifundios de los hacendados del porfiriato.

En la actualidad se estima en casi seis millones el número de trabajadores agrícolas, entre ejidatarios, pequeños propietarios, peones y jornaleros; asentados en los estados de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla y Veracruz, cuyas tierras de cultivo de todas esas entidades federativas, en posesión de los trabajadores del campo suman ciento noventa y ocho millones de hectáreas; de las que treinta millones se trabajan para garantizar la alimentación de todos los habitantes de la nación.

La clase campesina nunca ha recibido la remuneración justa que le correspondería por hacer producir la tierra, alimentos para el consumo interno y en mínima proporción, para su exportación a Canadá y Estados Unidos, de acuerdo al pacto celebrado mediante la firma del TLC hace veinticinco años; vigente desde hace veintitrés y hoy en espera de su revisión por representantes de los tres países involucrados en el tema.

Por incapacidad y falta de liderazgos en el medio rural de los líderes campesinos, para organizar a “su gente”; así como la falta de apoyos institucionales que el gobierno de la república se comprometió a dar para favorecer la “tecnificacion” de la producción agrícola; han producido el desmantelamiento y abandono de grandes extensiones de tierra fértil, que bien aprovechada constituiría el “granero de México”, como alguna vez lo dijo, con pleno conocimiento de causa, el ex gobernador de Veracruz Agustín Acosta Lagunes.

Culpables de la debacle de la campiña mexicana, se encuentran entre quienes han incumplido tareas y compromisos asumidos en campaña para llegar a los Pinos. Y después de haber llegado (nada de lo prometido), se olvidaron de la clase campesina y privilegiaron la explotación de los yacimientos petroleros, desde los tiempos del presidente Luis Echeverría; de José López Portillo; de Miguel de la Madrid; y de los tecnócratas Carlos Salinas de Gortari; Ernesto Zedillo Ponce de León; y los persignados formados en el Yunque Vicente Fox Quezada y Felipe de Jesús Calderón Hinojosa; los dos últimos dedicados a desacreditar a los trabajadores del campo, bajo el argumento de que los ejidatarios, solo estaban organizados para votar, pero no para mejorar la producción agrícola, pecuaria y forestal.

El gobierno que encabeza el licenciado Enrique Peña Nieto, ante los embates y amenazas del presidente norteamericano Donald Trump, ha expresado que existe la posibilidad de celebrar convenios para la venta e intercambio de la producción agrícola de México, por productos chinos o recursos económicos que generarían una cantidad importante de divisas, con el ingreso a México de millones de yuanes, ya que por la calidad y cantidad de los frutos que se exportarían al Coloso de Oriente, acabaría la dependencia económica de México, con el vecino país del norte.