Silvano Aureoles, su irresponsabilidad convirtió a Michoacán, en antesala de la muerte

Una verdad que no admite discusión, nos enseña que “cada pueblo tiene el Gobierno que merece”, y por lo visto la tierra donde nació el General Lázaro Cárdenas del Río, no es la excepción, ya que de los gobiernos locales de hace medio siglo a la fecha, ninguno se escapa de la calificación reprobatoria por las pésimas administraciones públicas, la rapiña y autoritarismo de los ejecutivos estatales.

La ambición desmedida de poder y dinero, ha llevado a muchos políticos a truncar su carrera y a terminar huyendo o en la cárcel, por su mal desempeño y el descontento popular, que como en el caso de Aureoles Conejo, se han ganado a pulso el repudio de su pueblo y si la Ley de responsabilidades los alcanza, serán condenados a terminar sus días en una prision, igual que los asesinos de tanta gente inocente que en cumplimiento de su deber, han sido sacrificados.

Adrián López Solís, Fiscal del estado, declaró que fueron más de treinta integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación, los que al emboscar a policías michoacanos, dejaron catorce muertos y cinco patrullas incendiadas; mientras que los atacantes huyeron en camionetas blindadas y fuertemente armados, dejando cartulinas con amenazas en contra de las fuerzas de seguridad pública y del gobierno.

La excusa “no válida” de Silvano Aureoles, para dejar abandonados a su mala suerte a los policías que cumplían con una orden de presentación en auxilio de un Juez, fue que la autoridad municipal de Aguilillas, se negó a firmar el Convenio de Seguridad y por ello no contaron con la protección de los gobiernos Federal y estatal. Que pretexto tan inaceptable y que pago de factura tan grande del Alcalde y del propio Gobernador, quienes de ahora en adelante sumarán a su cuenta catorce muertes de sus elementos de seguridad, más los irreparables daños a sus familias.

De nada han servido las cuentas bloqueadas al crimen organizado y a los narcos, pues los más de cinco mil millones de pesos, que reportan informes oficiales, permanecen bloqueadas y no se pueden utilizar en mejorar el equipamiento de las Policías locales, aunque sus jefes no firmen los convenios pretextados por Aureoles.

Nadie espera que algún funcionario descubra el hilo negro. Pero hablar para decir lo ya se sabe, “violencia de todos los días”, resultaría mejor guardar silencio por parte de doña Olga Sánchez Cordero.