Simulo, luego gobierno

Para el simulador el eco de su discurso indica que todo marcha bien

La obligación legal de presentar los informes de gobierno, se ha convertido en una subcultura de la simulación entre la clase gobernante, al no tener acciones positivas que reseñar, inventan ‘realidades’ que resultan ofensivas para la ciudadanía.

La primera gran patraña, es atribuir todos los males a una guerra propagandística orquestada por los opositores, lo cual implica suponer, que los electores somos una bola de imbéciles incapaces de pensar por nosotros mismos, nos reducen a caja de resonancia.

Luego del falaz diagnóstico, viene un tumulto de grandilocuente palabrería, cuyo objetivo es festinar el autoelogio, para con ello, consolidar la línea discursiva: seguir mintiendo.

Como lo señalamos antes, los problemas no existen, por un fantasioso decreto las ineficiencias gubernamentales pasan al archivo muerto y las víctimas de la ineptitud, son desprovistas de su identidad para convertirse en estadística.

Para concluir, podemos decir con toda certeza, que vivimos una verdadera transformación, los activistas sociales de ayer cubrieron el proceso para convertirse en funcionarios embusteros, con toda la cauda de corrupción que esto implica.