TRABAJO INFANTIL, UN FLAGELO SOCIAL

El día de ayer tuve la oportunidad de asistir a un curso-taller sobre el fenómeno del trabajo infantil, un flagelo social histórico que vive presente en la cotidianeidad de nuestro país; nos dieron a conocer unas cifras terribles sobre la población de niños que se encuentran en ésta situación.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el trabajo infantil es toda actividad de niñas, niños o adolescentes, remunerada o no, que se realiza al margen de ley, en condiciones peligrosas o insalubres, que violentan sus derechos, o que les puede producir efectos negativos, inmediatos o futuros, para su desarrollo físico, mental, psicológico o social, u obstaculizar su educación. También conocimos que existe una sanción para las peores formas de explotación las cuales se describen en los objetivos de la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como son: la esclavitud, la trata de personas, la pornografía infantil, el reclutamiento y la utilización de niños en conflictos armados o narcotráfico.
Comentó el ponente que los menores de los pueblos indígenas son los más vulnerables, los más utilizados, explotados, esclavizados, ya sea con patrón o con un familiar. Que la mayoría de éstos niños no tienen manera de defenderse, ya que muchos son enviados por sus propias familias para ayudar económicamente en casa y en el peor de los casos, otros se separan del núcleo familiar en la búsqueda de una mejor situación, un clima familiar diferente, para poner fin a una vida maltrato, abuso, falta de atención, de afecto, cayendo en las organizaciones que utilizan la mano de obra infantil en las plantaciones, los cultivos, las empacadoras, como pudimos ver en un video documental titulado “La historia de todos” sobre los niños jornaleros de Sayula de Jalisco, contada por ellos mismos, niños de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guerrero, por citar algunos, en la que se puede escuchar que un gran número de ellos salió de casa buscando un mundo mejor, casi todos hablan español y alguna lengua indígena como: náhuatl, mixteco, zapoteco, otomí, etc.
También pudimos analizar una nota de un periodista del Excélsior, que narra su experiencia como “cerillito” en un supermercado, donde descubrió que mientras él lo hacía para utilizarlo en gustos particulares o por tener un ahorro, para algunos era una necesidad imperante para ayudar con el sustento de su casa, por lo que ya ni siquiera era una opción libre de elegir, era una obligación, dejando en segundo término sus estudios.
Éste es un problema que necesita de la cooperación de todos para intentar resolverse, siendo el principal enemigo la misma familia, porque por más intentos que haga el gobierno a través de programas sociales que estén encaminados a combatir ésta problemática, si los niños no son educados, encauzados, protegidos por su propia familia, procurando vivir lejos de ésta situación, todo esfuerzo gubernamental será insuficiente, quedando en buenas intenciones, ante la falta de cuidado, interés o la irresponsabilidad de sus padres. Al igual que como sociedad tenemos el compromiso permanente de salvaguardar los Derechos Humanos de todos los niños, evitando en caer un alguna falta o situación ilícita que ponga en riesgo su integridad física y moral.
Para Dios los niños son criaturas especiales, tal como lo narran las escrituras en el libro de Mateo capítulo 19 versículo 14: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.” Y le quiero compartir una advertencia que el Señor hace para todos los adultos que lastimen de alguna forma a los niños, se encuentra en el mismo libro de Mateo capítulo 18 versículo 6: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.” Dios guarde de los niños.