Tres lustros después

En la ley puede haber prescripción, en el corazón del Tlatoani no

En marzo del año 2004, la opinión pública atestiguó por medio de un video, el momento en que René Bejarano, a la sazón brazo derecho e izquierdo de Andrés Manuel López Obrador, recibía una fuerte cantidad de dinero de parte del empresario Carlos Ahumada.

Previamente se había exhibido al entonces secretario de Finanzas de AMLO, Gustavo Ponce, apostando de lo lindo en Las Vegas, era el inicio de los video escándalos que buscaban pegar en la línea de flotación del Peje.

Con precisión nadie puede decir si lo lograron o no, pasaron dos años para la elección de 2006, en la cual Calderón le ganó al tabasqueño por poco más de medio punto porcentual.

No obstante, el hoy presidente tiene otros datos: en principio afirma haber ganado la elección, en segundo plano, está convencido que la embestida de los video escándalos le restó algo de popularidad, por lo tanto, hay ‘carnita’ para la revancha.

Si a los ingredientes anteriores agregamos que los hoy indiciados (Collado, Robles y Ahumada), no se portaron bien y le han dado dolores de cabeza a su mamá (el clásico dixit), pues las circunstancias se pusieron inmejorables para que la ley cumpla la profecía.

El presidente López Obrador hace lo que cualquiera en su lugar hubiera hecho: devolver ‘la cortesía’. Porque como dicen en la Cuenca: juego que tiene desquite…ni quien se pique.