Veracruz, ¡ingobernable!

“No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo.” – Nelson Mandela.

¡Veracruz arde!

Su lastimosa situación acrecienta aún más la crisis de inseguridad que enfrenta el actual gobierno federal y estatal en esta mal entendida guerra contra el crimen organizado, el cual ha permeado todas las esferas sociales, trastocando la paz y el orden público.

En Veracruz se tiene esa sensación de un desgobierno, aun cuando sabemos que ahí está, su gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, si a algo le sabe es a los temas de gobernabilidad, a pesar de ello, esa bruma que genera la ola delictiva deja ese sabor a muerte, que cubre los frentes de guerra.

Aun cuando no lo admita el gobierno mexicano, el resultado de esta guerra contra el narco, es equiparable, al saldo que deja por momentos, el combate al Talibán en regiones del Medio Oriente, aun cuando no se observan las ciudades devastadas por el combate, el número de víctimas es equiparable a una conflagración declarada.

La violencia y las muertes vinculadas a la impunidad del narcotráfico en el México gobernado por Enrique Peña Nieto, han roto sus propios records. Enero del 2017 ha sido el mes con más ejecutados en lo que va de su administración federal a partir de diciembre del 2012, 3 mil 7 muertos con violencia dan cuenta de ello.

Veracruz no es la excepción. Cuatro años de violencia que se extiende hacia el ocaso del sexenio priista.

El crecimiento de las estructuras del narcotráfico y el crimen organizado, el asentamiento de cárteles como Jalisco Nueva Generación en el norte del País, los enfrentamientos en el cártel de Sinaloa producto de la lucha por el ilícito poder ante la extradición de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, y una evidente incapacidad del gobierno Federal para investigar, detener y desactivar estas bases criminales, entre otros factores que no funcionan al no existir una evidente política integral de combate a la inseguridad, dan como resultado 90 mil 649 ejecutados en 50 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto, de diciembre de 2012 a enero de 2017.

Incluso, hay estados que pierden prácticamente el 0.08 por ciento de su población por los homicidios violentos al año. Es el caso de Colima, estado que tiene la tasa más alta de homicidios dolosos (81.17 por cada 100 mil habitantes en 2016).

Según los documentos oficiales y las bases de datos consultadas por ZETA, solo en enero del 2017 en México se registraron 3 mil 6 víctimas de homicidios dolosos. Es la misma cifra que reporta el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública que depende de la Secretaría de Gobernación.

Los asesinatos en México han escalado prácticamente cada año del gobierno del priista de Enrique Peña Nieto, incluso por encima de los documentados en el sexenio del ex presidente de la República de extracción panista y autor de la “guerra contra el narco”, Felipe Calderón Hinojosa.

Recientemente una investigación de Aristegui Noticias, señalaba que según bases de datos de la Secretaría de Gobernación, de Procuradurías de Justicia estatales y los reportes de defunciones del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en lo que va del gobierno –sin contar desaparecidos– suman 90 mil 694 muertes violentas, la mayoría relacionadas con el crimen organizado.

Es decir que juntando las cifras de muerte que han dejado los dos últimos sexenios, el vigente emanado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del anterior por el Partido Acción Nacional (PAN), México ha sufrido 212 mil 377 víctimas de la violencia y de la incompetencia gubernamental.

Este 2017 se celebrarán elecciones en cuatro estados de la República Mexicana, Estado de México, Nayarit, Coahuila, donde se renovará toda la estructura del Poder Ejecutivo y Legislativo, y Veracruz donde se elegirán alcaldes. Dos de esas entidades federativas están entre los diez más violentos de México.

Efectivamente, el Estado de México que gobierna el priista Eruviel Ávila, se coloca en la posición número 1 con 11 mil 604 ejecutados en 50 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto, mientras Veracruz donde es perseguido el ex Gobernador priista, Javier Duarte de Ochoa, ocupa el número 7 con 4 mil 309 homicidios dolosos.

Tan solo este fin de semana nos dejó al menos 8 muertos en Coxquihui, resultado de un enfrentamiento entre delincuentes y policías, en una zona donde el denominado grupo de Los Pelones, ha tomado el control de la plaza para con ello infringir a base de terror el control de la zona, sin que nada, ni nadie, ponga un hasta aquí.

Este domingo, la muerte de nuestro compañero comunicador Ricardo Monlui Cabrera, ejecutado a balazos frente a su familia en el municipio de Yanga, confirma lo que ya se ha señalado, Veracruz es la región de América Latina más peligrosa para ejercer el periodismo y ante ello, no hay nada que el estado mexicano pueda hacer, porque simplemente no quiere o no puede.

A pesar de las cifras antes expuestas, Veracruz es hoy el cuarto estado con mayor número de homicidios dolosos– mil 258 en 2016–, con una víctima cada 15 horas, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Tan sólo en lo que va del gobierno de Yunes Linares se han registrado al menos 338 ejecuciones en la entidad, hasta el pasado 5 de marzo. Una de las zonas más golpeadas por la delincuencia es la región montañosa de Córdoba, donde se reporta el 60 por ciento de las muertes relacionadas con el narcotráfico.

Aunado a ello, el terror que representa el descubrimiento de más y más fosas, en algo que parece comenzar a tomar tintes de operación exterminio, son el llamado de alerta urgente para que organizaciones mundiales volteen a la entidad, los llamados de Colectivos de Familiares desaparecidos, son el grito desgarrador de ese terrible escenario en que se convirtió Veracruz.

La sensación de ingobernabilidad resultado del rebase que provoca el crimen, comienza alarmar a la sociedad, que intenta preguntarse ¿Dónde quedaron las promesas del cambio propuestas por el actual gobierno?, ¿Qué se está haciendo mal?, ¿Por qué pareciera que la delincuencia deambula por el estado sin que nada ni nadie ponga un alto?

Los esfuerzos por parte de la autoridad se reconocen, pero el olor a sangre y muerte continúan flotando en el Veracruz ingobernable.

Al tiempo.

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