Una queja recurrente de cualquier estado es la carencia de recursos económicos; empero, cuando se trata de recaudarlos, vence el populismo sobre la necesidad.
Un claro ejemplo de lo anterior es el Impuesto de la Tenencia Vehicular. Cada entidad tenía la facultad de recaudarlo, desde 1968 pero a pesar de que les representaba un importante ingreso para las arcas estatales, muchos decidieron derogarlo con tal de generar capital político, como es el caso de Veracruz.
David Rogelio Colmenares Páramo, el Auditor Superior de la Federación, recordó, a propósito de su visita a Xalapa, que cuando años atrás trabajaba en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), lo consultó Juan Amieva Huerta, quien era en ese entonces Secretario de Finanzas y Planeación con el gobernador Miguel Alemán Velasco. Querían cobrar el Impuesto del 2 por ciento a la Nómina pues era uno de los dos estados que no lo recaudaba.
El problema era que había oposición de un grupo del sector empresarial y, junto con diputados locales panistas, entre estos Alfonso Gutiérrez de Velasco Oliver, se encapucharon para externar su oposición. Pese al jaloneo, el gobierno estatal lo incluyó dentro de sus gravámenes y hoy sigue vigente.
Pero después vino el gobernador Fidel Herrera Beltrán quien, siguiendo la ola de otros estados, derogó el cobro de la tenencia. Posteriormente hicieron números ante el boquete financiero; quisieron infructíferamente recomponer el camino y, el mismo rumbo siguió la presente administración. Es decir, las autoridades estatales pueden cobrar el impuesto, pero no quieren.
Por eso a lo largo de los años se ha visto deambular a gobernadores por las oficinas de Hacienda pidiendo apoyos financieros y aunque la respuesta es natural y sencilla, se rehúsan a hacerlo.
Hoy prácticamente todos los estados se han vuelto dependientes de las participaciones federales para cubrir su gasto corriente, pero con tal de no perder popularidad política, se niegan a hacer eficientes sus finanzas.
@YamiriRodriguez
