VIEJAS MAÑAS

Nadie puede negar el desencanto que la sociedad experimenta, frente a la clase política mexicana. La decepción popular obedece a la carencia de valores entre los nuevos actores quienes han defraudado públicamente por su deshonestidad, impreparación, falta de convicciones y de valores éticos y morales por el servicio público, con una total ausencia de patriotismo; pues no hay quien presente en estos tiempos, una propuesta política que despierte el interés en un grupo de seguidores, dispuestos a respaldar a un auténtico líder y a su proyecto.
Sin menosprecio para nadie, los partidos políticos en México están plagados de ignorantes, desempleados y aventureros, que esperan una oportunidad para subirse a la plataforma de un líder; esa plataforma no es cualquier cosa, requiere de un ideal, un objetivo y una base social que lo impulse. El propósito es sin duda alguna, alcanzar el poder, ejercerlo y mantenerse en él hasta agotar la realización del programa que le dio origen y sustento.
Pero lo más importante, con las experiencias vividas en la segunda década de este siglo, donde Once Gobernadores, desde la transición democrática hasta los tiempos de Peña Nieto, han concluido sus mandatos sexenales, en medio de grandes escándalos, denuncias penales y órdenes de aprehensión por delitos cometidos en el manejo de las finanzas públicas puestas a su cuidado y teniendo como cómplices a familiares y amigos de sus círculos más cercanos.
Lejos, muy lejos, quedaron los próceres de la república, que forjaron los cimientos del estado mexicano; y lejos también han quedado, los patriotas que lucharon por los ideales de una nación soberana, que garantizara el Estado Democrático y el conjunto de libertades indispensables para el desarrollo del ser humano y para la construcción de los espacios de convivencia, privilegiando el conjunto de derechos humanos, por encima de la ambición de la clase gobernante, dedicada al aprovechamiento personal de los recursos públicos puestos a su cuidado.
El mal ejemplo en Centro y Sudamérica, Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela al borde de una guerra civil, no debe inspirar a los anarquistas de México, estamos comprometidos a cerrar filas, quienes consideramos a la política como una ciencia y nunca dejar de observar el compromiso nacionalista de defender hasta con la vida, la Soberanía Nacional, las Instituciones Públicas y la Gobernabilidad Democrática, que solo se alcanza mediante la construcción de acuerdos y la negociación política, por encima de los intereses particulares de los líderes y los partidos políticos existentes.