Zonas cafetaleras, tierras ricas y comunidades pobres

Nuestro país cuenta con 16 denominaciones de origen, el distintivo que se utiliza en el ámbito internacional para designar a un producto originario.

Factores como el clima, la ubicación geográfica, las materias primas, la mano de obra, el trabajo artístico y hasta las tradiciones son tomados en cuenta para otorgar a un producto la denominación de origen.

Entre los 16 productos cultivados o elaborados en México que cuentan con denominación de origen se encuentran dos de Veracruz: la vainilla de Papantla, que se cultiva en 39 municipios de Veracruz y Puebla; y el café Veracruz, cuya protección abarca a todo el estado, que se caracteriza por un intenso sabor, cuerpo y acidez.

El café veracruzano ha dado prestigio al sector primario de la entidad, dada la alta calidad y el volumen de su producción.

En el ciclo pasado, 2016-2017, por ejemplo, Veracruz ocupó el segundo lugar entre los estados productores del grano. Generalmente, tres entidades asumen el liderazgo nacional en esa materia: Chiapas, Veracruz y Puebla.

En el cierre del ciclo productivo 2018, la Sagarpa informó en junio pasado que en todo el país se produjeron más de 852 mil toneladas de café; los principales estados productores fueron Chiapas, con 40.7 por ciento; Veracruz, con 24.7; Puebla, con 15,9; y Oaxaca, con 8.3 por ciento.

Por supuesto, esa cadena productiva no ha estado exenta de problemas; en marzo pasado, la Unión Nacional de Productores de Café de la Confederación Nacional Campesina dio a conocer una reducción en el volumen de la producción, debido a la plaga de la roya del cafeto, al abandono de las fincas cafetaleras y al envejecimiento de las plantas.

La CNC habla de una reducción de 30 por ciento en la producción de café veracruzano, por lo que urgió al gobierno federal a canalizar recursos para este sector, básicamente en los temas de nutrición, combate a plagas y asistencia técnica.

Sin embargo, al margen del volumen y la calidad de la producción, la realidad que viven los caficultores veracruzanos es de pobreza y condiciones adversas; prácticamente todas las regiones productoras tienen altos índices de pobreza extrema y carencias sociales.

Lo malo es que parece que pasan los años y las décadas y la historia y los problemas de quienes se dedican a ese cultivo siguen igual que antes: hace casi dos décadas platicaba con el extinto líder nacional de los productores de café, Antonio Concha Suárez, ex diputado federal, quien se quejaba por el excesivo coyotaje, los intermediarios que asfixiaban al sector.

Ejemplificaba el veterano productor del grano: el kilogramo de café cereza se cotiza en 5 pesos y centavos; en una tienda, el kilo de café tostado, dependiendo de la calidad, puede ubicarse entre 100 y 300 pesos; sin embargo, en una cafetería modesta, usted paga 15 o 20 pesos por un taza de la infusión; en una de las grandes cadenas, el precio se ubica entre 30 y 35 pesos por cada taza; de cada kilo salen 80 tazas de café. Las grandes utilidades en el sector se quedan entre los intermediarios, las grandes empresas y las cadenas de cafeterías. El productor es excluido de los beneficios de lo que genera como materia prima.

El tema viene a cuento por la decisión de la empresa Nestlé de “reconocer” a los productores veracruzanos, incluyendo sus fotografías en los envases de café soluble; sin embargo, el verdadero reconocimiento no llegará a los campesinos con imágenes publicitarias, sino con el pago de un precio justo por el grano.

@luisromero85